Puertas de Esaú y Jacob
Queridas y queridos hermanas y hermanos:
Desde La Habana la hermana cuáquera Kirenia Criado nos mandó un bello mensaje sobre este sueño de apertura entre Cuba y los Estados Unidos que todavía sigue siendo un sueño por el que hay que seguir orando. Una puerta nos ha sido abierta, Dios quiera que esta sea una de las que nadie puede cerrar.
Antes de haber recibido el mensaje de la hermana Kirenia, el primero que
me hizo saber que algo estaba pasando fue el Clerk de mi junta mensual,
Bruce Hawkins, quien me envió un correo electrónico inmediatamente
después del discurso de Obama: "me ha sorprendido algo por lo que hemos
estado orando mucho." También me llamó Noah Baker-Merrill de mi Junta
Anual de Nueva Inglaterra para alegrarse junto conmigo y para
preguntarme si debíamos hacer alguna reflexión conjunta con el Puente de
Amigos entre los cuáqueros de Cuba y Nueva Inglaterra, o en algún otro
contexto cuáquero. Mi corazón seguía saltando de gozo al sentir el
interés de mis hermanos cuáqueros de por acá, fuerte testimonio de que
nuestra relación de ya más de dos décadas con la iglesia de los Amigos
en Cuba sí nos ha dejado bien en contacto, y que cuando algo pasa el
primer círculo de interés y ternura está en esa bendita comunidad que
nos incluye. Con mi familia natural y cubana en Miami y Orlando no hubo
intercambios ni comentarios sino hasta mucho después. Mientras Noah
hablaba mi primera reacción fue, ¡sí, vamos! ¿qué hacemos? ¿qué
inventamos frente a nuevas posibilidades? ¿qué nuevos umbrales hay que
cruzar? Y sin embargo, inmediatamente, antes de colgar el teléfono y ya
en oración, me fue dada una tranquila invitación a la calma, a la espera
en el Señor, y por sobre todas las cosas a darle tiempo a que los
Amigos en Cuba junto con los cubanos de la Iglesia de los Amigos en
Miami sean los que primero exploren lo que ellos están llamados a hacer
con esta apertura, con esta grieta en el mundo en donde puede caer
semilla, germinar y dar fruto del Espíritu.
Hace falta seguir orando, pero no hace falta precipitarnos desde acá con
ideas ni sugerencias, no hace falta comprar barniz para dorar la madera
de los sueños. Hace falta que los Amigos cubanos en Cuba y en Miami se
sientan respaldados para que ellos sean los que den sus pasos, para que
ellos se busquen y se encuentren, para que busquen y encuentren formas
de dar testimonio de Amigos a todos los otros cubanos que tanto lo
necesitan. Pero repito, aquí desde tan lejos, quiero sobre todas las
cosas que los cubanos hablen y que los cubanos se hablen primero, a ver
si los interesados tanto a la expectativa como al margen de la condición
cubana pueden cohibirse de llenar el aire con demasiados consejos, para
que sea el Espíritu que hable en y desde los corazones tanto en Cuba
como en donde quiera que haya cubanos fuera de Cuba.
Por una parte estoy tan metido dentro de la ternura y los temores por lo
que pueda o no pueda pasar; pero por la otra también estoy tan lejos
de Cuba, tan lejos de la isla, tan lejos de su diáspora, precisamente en
un día en que no he hecho otra cosa que trabajar para el Instituto
Cuáquero Cubano de Paz preparando textos de mujeres cuáqueras del siglo
XVII para leerlos en Gibara en enero.
Les cuento que escribo en Chicago de noche, mirando los rascacielos
desde mi ventana. El parpadear de las luces me alucina, y veo como en
constelaciones que Jacob alza sus ojos y mira que viene Esaú, veo cómo
Esaú corre a su encuentro y se echa sobre su cuello y lo abraza, y
lloran los dos. Y mientras los veo—clarito, clarito—me colma una tierna y
dulce ignorancia: yo no sé cual es el de allá ni cuál es el de acá, yo
no puedo saber cuál viene del norte ni cuál viene del sur, y nada en mí
me pide que considere a quién le tocó comer lentejas, ni a quién le tocó
vestirse con pieles de cabritos, ni a quién le tocó engañar o sentirse
engañado —Dios me va a perdonar—ni quien se tuvo de ir de la casa, ni
quien dejó la madre atrás—bendita ceguera que no me deja ver hoy en mi
interior si yo soy Jacob o si yo soy Esaú, ceguera que me hace necesitar
a todos mis Jacobos y a todos mis Esaús para seguir de aquí pa'lante,
adentrándonos por puertas —ya no de umbrales territoriales, históricos y
externos— sino de corazones abiertos que nadie puede cerrar.
Benigno Sánchez Eppler